Mi conexión con la tierra
Vivimos en un mundo que parece no detenerse.
Las responsabilidades, los compromisos y las expectativas a menudo nos empujan a un ritmo imparable que deja poco espacio para respirar, para sentirnos presentes, para simplemente ser. En medio de este caos, he encontrado un refugio inesperado: Las flores. Ellas se convirtieron en mi forma de volver al presente, de conectar con mi esencia y, sobre todo, de sanar.
Mi historia con las flores es tan natural como el latido de un corazón. Mi día a día era un constante corre-corre, con mil pensamientos rumiantes, diez mil actividades para sentirme productiva. Pero con el nacimiento de mi hijo Jose entendí que las cosas debían tomar otro rumbo. Fue en ese momento de mi vida, donde el tiempo parecía no alcanzar, que descubrí algo maravilloso: el poder de las flores para estar presente. La creación de cada composición floral me llevó a un lugar de paz. Sus colores vibrantes y aromas envolventes me regalaban un instante de desconexión del caos y me ayudaban a centrarme en el aquí y el ahora.
Las flores tienen una energía única. Su belleza, que a simple vista podría parecer meramente estética, es mucho más profunda. Los colores de una flor no solo alegran la vista; también impactan nuestro estado emocional. Los tonos cálidos como el amarillo y el naranja invitan a la alegría y la energía, mientras que los fríos como el azul y el lila nos abrazan con calma y serenidad. Las texturas también tienen su lenguaje: la suavidad de un pétalo puede recordarnos la ternura y el cuidado que merecemos darnos a nosotros mismos. Y sus aromas… esos aromas que parecen contener secretos de la tierra misma, nos invitan a respirar profundo, a despejar la mente y a detener el bullicio interno.
En mi búsqueda de mayor tranquilidad, encontré un gran aliado en las flores de Bach. Estas pequeñas esencias, creadas para equilibrar nuestras emociones, me abrieron las puertas a un universo de posibilidades. A través de ellas, descubrí herramientas para trabajar mi paciencia, aliviar mi mente y reconectar con mi interior. Empecé a consumirlas en momentos de tensión, en días difíciles, y descubrí cómo me ayudaban a encontrar un equilibrio que había creído perdido. En otra oportunidad ahondaremos en este tema.
Lo que inició como un refugio personal se transformó en una pasión profunda. Estar conectada a las flores me llevó a una conexión directa con la tierra, con la creación misma, con Dios, con la energía del universo, como cada quien prefiera llamarlo. En cada flor veo la perfección de lo que somos: únicos, irrepetibles, auténticos. Las flores me enseñaron que, así como cada pétalo tiene un lugar y una razón de ser, también nosotros estamos aquí para florecer, para aportar belleza y significado a este mundo.
La terapia floral no es solo una práctica; es un camino hacia el autoconocimiento. Cada persona tiene la habilidad de conectar con diferentes flores en distintos momentos de su vida. Las flores que elijas hoy podrían ser distintas a las de mañana, porque nuestras vivencias son cambiantes, evolucionan, y las flores nos acompañan en ese proceso. Ellas son reflejos de nuestra historia, de nuestro crecimiento, de nuestra esencia.
Hoy, quiero invitarte a explorar este maravilloso mundo. Deja que las flores sean un puente hacia el presente, un camino hacia la paz y una manera de reconectar con la energía que nos rodea. Permítete descubrir la magia de su energía. Encuentra en ellas un espacio para ser, para sentir, para sanar. Porque, así como cada flor tiene un propósito, tú también lo tienes. Y al igual que un jardín necesita cuidado y amor para florecer, también tu alma merece ese mismo cuidado.
Con amor y flores, Naty
Comments